Esdrújula. Eso le dijo y siguió observándola.
Ella, consciente de sus inexistentes dotes de entrevistadora, solo atinó a
mirar alrededor sin entender lo que ocurría.
Entonces es que se me ocurre pensar en aquella
definición que dice que un genio es quien sabe qué hacer con su locura.
Es Charly García, está sentado en el set de Susana Gimenez, y al verlo inmediatamente evoco
dos momentos: el primero, de noche en Lima, allá por el año 1,987, cuando un
grupo de personas corrían para luego arrodillarse frente a una limusina que
encendida esperaba salir del estadio y regresarlo al hotel. En eso, Charly bajó
del auto y accedió a tocar tres canciones más.
El segundo, una cita del genio en la que decía
que todas las personas tenemos afinidad por notas, es decir que las
conversaciones giran en torno a un acorde y que muchos se llevan mal
sencillamente porque no están en el mismo acorde. Reflexión entendible en quien
posee el raro don del oído absoluto, o sea, aquel que se refiere a la habilidad
de identificar una nota por su nombre sin la ayuda de una nota referencial.
Por lo demás, es una clásica entrevista al
genio: con momentos de inmensa lucidez y otros donde se divierte a costas del
entrevistador de turno. Nunca haciendo concesiones y sí recibiéndolas. En él
hasta lanzarse del noveno piso de un hotel hacia la piscina del mismo encuentra
alguna explicación plausible.
Todo anda terminando y ella sigue anclada en
el ridículo que la envolvió al oír esa palabra. El último manotazo es verla
pidiéndole por favor que le repita esa palabra.
Esdrújula de mi vida, dijo García.